“Yo no necesito ninguna terapia. Sólo vine aquí por aceptar el consejo de una gran amiga”. Entonces yo le pregunté a Mariano que “sería que tu gran amiga habría visto en ti o en tu vida, que se atrevió a aconsejarte que vinieras hasta acá?”.

Así fue como la cara de Mariano cambió, y su armadura de acero se hizo una frágil capa de lana que se fue cayendo con el pasar de los minutos.

Y comenzó a contarme que está comenzando una nueva etapa laboral en su vida, que lo tiene muy entusiasmado y que le va a demandar cambiarse de casa y de ciudad, junto a su mujer y sus 2 hijos. Pero le da miedo no poder ver a sus padres y alejarse de ellos.

Mariano es experto en informática y especializado en comunicaciones. Tiene 30 años. Es una persona que nació dentro y junto a las comunicaciones más modernas, donde ya las distancias físicas son superadas y no existen los límites. Sin embargo, frente a un desafío laboral, que le implica efectivamente alejarse física y geográficamente de sus padres, le da miedo. Entonces, de dónde le viene ese miedo?

Al preguntarle por su infancia, por sus padres, por sus hermanos. Me cuenta que son 3 varones. Y que él es el primero, el mayor. Sus padres están juntos y ambos tienen 65 años. La relación de ellos con él, Mariano la encuentra buena, aunque dice que le tocó un padre muy frío, muy proveedor y muy machista. Él se siente mucho más cercano a su madre, a quien llama de “Su Chiquitita” Ese comentario me llama mucho la atención, y le pregunto si acaso durante su infancia él pudiera haber percibido alguna posible situación que para su mamá haya sido una amenaza o peligro. Mariano se queda pensando y me comenta que su padre tiene un capítulo muy oscuro, que no le gusta recordarlo. En ese capítulo, su papá es alcohólico y gozador de la vida fuera de su hogar. Eso fue un tremendo dolor para su madre por muchos años.

Entonces ahí se produce su miedo a abandonar a sus padres, que en realidad es el miedo a dejar sola a su madre, pues en su interior está la imagen de esta madre sufriente por un hombre que no es responsable con ella.

Hacía frio, era muy temprano en la mañana, tocaste la puerta, y entraste cubierto con todo el abrigo posible para evitar el frio. Y los colores del living te asombraron y te invitaron a dejar abrigo, bufanda, gorro al lado, para dejarte envolver por toda la gama de colores que adornan el living.

Nos fuimos a la consulta y me planteaste que deseabas trabajar los hombres de tu familia. Ya habían pasado casi 30 años del suicidio de tu padre. Y hoy, a tus 38 años, sentías que por fin había ocurrido tu resurrección interior, que por fin había luces de estar saliendo de la oscuridad subterránea, de las mazmorras que hasta ahora te habían acogido.

Claro que no las veías como un lugar de acogida, aunque tampoco como un castigo ni parecido. Sentías que por fin tu padre estaba alcanzando cierta paz. Y eso te había permitido a ti descubrirte, y comenzar tu verdadera conquista, tu verdadero desarrollo interior, desde la paz, desde la alegría, desde la autenticidad y desde la pasión de vivir el amor a ti mismo, a tu verdad, a lo que realmente eres, tal y como eres, sin juicio, sino desde el amor.
Entonces yo te hice una invitación, la invitación de encontrarte con tu padre, de decirle cuánto lo sigues amando, y que ahora puedes ver el costo que él pagó por la vida. Y que eso te permitía ver su tremenda grandeza, grandeza que hasta ahora no habías visto, grandeza que ahora te permitía ser sólo tú, el chiquitín, el pequeño. Ya podías dejar con él, con su grandeza, todo lo que es de él, y que habías estado cargando por él, sólo por ser un buen hijo. Pero que ahora ya podías darte cuenta que no era necesario cargarlo más, que no te quedaba bien, y que él podía hacerse cargo de lo suyo, que él es el grande y que cuenta con los recursos para ello.
Ahora sí el será tu papá, el grande, tal y como es. Y eso es lo que a tu papá le da esa tan merecida paz y tan merecido descanso. Ahora tú, siendo sólo tú, puedes girarte hacia la vida, mirar la vida y hacer algo lindo con la vida, para ti y para todos los que se te confíen.

Gracias por haber venido hasta acá y por regalarme la experiencia de conocerte.
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