Se acercaron como pareja para mejorar la comunicación que tenían entre ustedes. Es muy bonito que lo hayan hecho después de ya vivir juntos más de 20 años. Y es aún más hermoso presenciar que una pareja, después de tanto tiempo, no solo quiere mejorar la comunicación interna, sino que detrás de eso está el anhelo de continuar juntos.

En una relación hay 2 personas y la relación funciona en la medida en que cada uno sede, se acepta, se reconoce tal y como es, con aquellas luces y sombras que trae de su
historia, con las ganas de poder desarrollar, mejorar, sanar aquellas cosas que son posibles de sanar y, también, con las ganas de potenciar aquellas cosas que son habilidades, fortalezas y colocarlas a disposición de la vida de pareja.

Pero no sólo es el mirarse, valorarse hacia uno tal cual es, sino también y, sobre todo, ser capaz de ver al otro tal y como es, sin desear, bajo ningún punto de vista, que el otro sea
como yo quiero que sea.

Ese es uno de los grandes errores que cometen las parejas y que muchísimas veces lleva a las parejas al fracaso. El argumento es simple: “él o ella no quiso acatar mis órdenes, no
quiso ser como yo le decía que tenía que hacer” y se produce el quiebre.

El secreto de una relación de pareja es la autoconquista permanente tal y como cada uno
es y, también, la conquista del otro tal y como es, con su historia, con la historia que viene de su padre, con la historia que viene de su madre. Justamente de esa manera es posible
crear lazos y también crear acuerdos de la manera en que ambos, de forma conjunta, quieren llevar adelante el proyecto de pareja. Los acuerdos no pueden ser rígidos ya que
la vida misma es permanentemente cambiante y así también requiere que los acuerdos
vayan actualizándose en el tiempo.

Si bien es cierto que es necesario una cierta estructura, la estructura está al servicio de la
pareja y no la pareja al servicio de la estructura. Si sucede lo último, las personas comienzan a ser esclavos de una estructura que lo único que hace es enfatizar la rigidez
en cada uno de ellos y, como naturalmente cada uno es uno y diferente, cada uno va a desarrollar una rigidez distinta que no va ni coincidir ni ayudar en el desarrollo de la
pareja.

Hacía frio, era muy temprano en la mañana, tocaste la puerta, y entraste cubierto con todo el abrigo posible para evitar el frio. Y los colores del living te asombraron y te invitaron a dejar abrigo, bufanda, gorro al lado, para dejarte envolver por toda la gama de colores que adornan el living.

Nos fuimos a la consulta y me planteaste que deseabas trabajar los hombres de tu familia. Ya habían pasado casi 30 años del suicidio de tu padre. Y hoy, a tus 38 años, sentías que por fin había ocurrido tu resurrección interior, que por fin había luces de estar saliendo de la oscuridad subterránea, de las mazmorras que hasta ahora te habían acogido.

Claro que no las veías como un lugar de acogida, aunque tampoco como un castigo ni parecido. Sentías que por fin tu padre estaba alcanzando cierta paz. Y eso te había permitido a ti descubrirte, y comenzar tu verdadera conquista, tu verdadero desarrollo interior, desde la paz, desde la alegría, desde la autenticidad y desde la pasión de vivir el amor a ti mismo, a tu verdad, a lo que realmente eres, tal y como eres, sin juicio, sino desde el amor.
Entonces yo te hice una invitación, la invitación de encontrarte con tu padre, de decirle cuánto lo sigues amando, y que ahora puedes ver el costo que él pagó por la vida. Y que eso te permitía ver su tremenda grandeza, grandeza que hasta ahora no habías visto, grandeza que ahora te permitía ser sólo tú, el chiquitín, el pequeño. Ya podías dejar con él, con su grandeza, todo lo que es de él, y que habías estado cargando por él, sólo por ser un buen hijo. Pero que ahora ya podías darte cuenta que no era necesario cargarlo más, que no te quedaba bien, y que él podía hacerse cargo de lo suyo, que él es el grande y que cuenta con los recursos para ello.
Ahora sí el será tu papá, el grande, tal y como es. Y eso es lo que a tu papá le da esa tan merecida paz y tan merecido descanso. Ahora tú, siendo sólo tú, puedes girarte hacia la vida, mirar la vida y hacer algo lindo con la vida, para ti y para todos los que se te confíen.

Gracias por haber venido hasta acá y por regalarme la experiencia de conocerte.
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