AUTOBIOGRAFÍA

Era una mañana de septiembre del año 2003, a mis 34 años, que yo entraba a un pabellón médico para que me hicieran un bloqueo facetario, una infiltración en el cuello en la parte de atrás, debido a que me había aparecido una hernia en las cervicales 3 y 4.

Nunca ocurrió nada que explicara el surgimiento de esa hernia, ningún tipo de accidente. Posiblemente se generó por una tensión alta, intenso estrés, que se somatizo en la columna. Esa tensión produjo la hernia entre las cervicales 3 y 4. El procedimiento en el quirófano no salió como se esperaba, debido a un error humano en la punción de una de las inyecciones en el cuello.

Mi cuerpo quedó paralizado de arriba abajo, por el lado derecho del cuerpo.

Ahí me quedé yo, por varias semanas, en una unidad de cuidados intensivos, sin tener idea si mi cuerpo iba a lograr despertar y recuperar la movilidad de todo el lado derecho. En esos momentos me di cuenta que mi vida nunca más iba a ser la misma de antes. Tampoco tenía la más mínima idea de cómo sería la vida ya que al menos durante las tres o cuatro primeras semanas que estuve internado, no sabía si iba lograr salir de ahí, de la clínica.

Casi un mes después del accidente médico volví a casa. Ya había podido recuperar la movilidad de la pierna, el sostenimiento de mi cuerpo. Sin embargo, todavía tenía toda la parte superior derecha del cuerpo inhabilitada, sin movimiento, sin sensibilidad y mi espalda estaba notoriamente inclinada en diagonal al cuerpo, no vertical. No era un aspecto físico visual muy alentador. Claramente me resultó emocionalmente fuerte y difícil ir superando toda esta situación y manteniendo algún tipo de esperanza de mejora.
El cuerpo, a un ritmo lento y casi imperceptible, fue despertando de la parálisis y fui recuperando el movimiento del brazo, del hombro, de la espalda, y la columna lentamente comenzó a enderezarse a su posición vertical. Cuando ya habían pasado casi 6 meses del accidente médico, la única parte del cuerpo que nunca se recuperó, hasta el presente, fue la mano derecha. Después de 18 años de lo ocurrido, mi mano derecha no tiene movilidad, mis dedos no pueden moverse, y no tiene ningún funcionamiento. A partir de ese momento, sin saber absolutamente nada de lo que vendría, comenzó a generarse, de manera casi imperceptible, un gran cambio en mí, particularmente en la mirada de la vida, en la forma en que me relacionaba con la vida, con las personas, conmigo mismo y con el entorno. Comenzó a desarrollarse un hermoso proceso de descubrimiento, aceptación y conquista de mí mismo, que seguirá desarrollándose hasta que me toque dejar esta tierra.
A fines del 2005 falleció mi padre. Su partida me dejó un tremendo tesoro de amor en mi interior, que ha sido un gran farol que ilumina en la oscuridad de la vida, una gran luz para las orientaciones y decisiones que he tomado y tomaré. Durante el 2007 conocí el amor, en la persona que se convertiría en mi pareja hasta el presente, haciendo juntos un camino de transformación y de forjación de hombres nuevos y de una familia y comunidad nueva.

El 2009 tuve la el regalo de conocer la técnica de psicología sistémica conocida como constelaciones familiares. Solicite mi incorporación como alumno de esta formación. Ese mismo año, al terminar el 2009, perdí mi trabajo en el banco donde ya llevaba casi 10 años. Mientras tanto, seguí estudiando constelaciones familiares. Durante el año 2010 busqué nuevos trabajos como ingeniero comercial, que fue mi primera formación universitaria. Pero nada ocurría. Yo no entendía por qué no quedaba seleccionado para ningún trabajo
A fines del 2010 tuve el regalo de participar en un congreso internacional de constelaciones familiares para terapeutas, junto a otros 300 terapeutas de Iberoamérica, en la ciudad de Buenos Aires. Era yo el único estudiante, y todos los demás eran ya terapeutas de esta herramienta sistémica, junto a otra profesión de base, la gran mayoría psicólogos.

Durante este congreso pude darme cuenta que no me había resultado ningún trabajo durante ese año 2010 ya que no sería el ingeniero comercial quien debía continuar trabajando, sino que era necesario dejar ese capítulo y cerrarlo, para darle espacio a algo nuevo, que sería terapeuta de constelaciones familiares. Al regreso, pedí autorización a mi escuela, con sede en Buenos Aires, para poder empezar a trabajar con personas de manera individual, supervisado por esta misma escuela. Así, en diciembre de 2010, recibí mi primer paciente de constelaciones familiares, cuyo efecto sería multiplicativo en personas y en tiempo, hasta el presente. Durante mi formación como terapeuta de esta herramienta sistémica, conocí otro tema importante que me cautivaría, los traumas, y la importancia de liberar y soltar esos traumas.

Esta área aún no existía ninguna formación específica en Chile. Gracias a la motivación de una colega, al inicio del 2013, conformé en Chile el primer curso de la técnica de Liberación de Trauma, también conocida como Experiencia Somática, traída a Chile desde Brasil. Al final de esta segunda formación, una amiga y compañera de este curso me motivó a dar el siguiente paso en la conformación de mi persona como doctor de mente y alma. Este siguiente paso sería estudiar la carrera de psicología. Así, al inicio del 2016, iniciaba lo que serían 5 años de estudios de esta carrera.
Yo era el único alumno de mi curso de psicología que estaba estudiando y trabajando en el mismo tema, al mismo tiempo. Al final del año 2016, otra persona se me acercó y me motivó a estudiar una tercera formación, una tercera herramienta terapéutica, que sería Acompañamiento Espiritual. Entonces, al inicio del 2017, además de empezar mi segundo año de psicología, comencé el estudio de esta nueva herramienta terapéutica llamada acompañamiento espiritual. Tanto esta en nueva herramienta, como psicología, terminarían juntas a fines del 2020. De este modo, junto con graduarme de psicólogo ya tenía tres herramientas para poder enriquecer mi trabajo terapéutico: constelaciones familiares, liberación de trauma y acompañamiento espiritual.
Gracias a esta última herramienta pude acceder al mundo del enfoque de la psicología afirmativa. De modo tal que, al egresar de psicología, ya tenía el dominio del enfoque de la psicología sistémica y del enfoque de la psicología afirmativa, junto con las tres herramientas terapéuticas. Entonces, aquel accidente vivido en el 2004, pasó de ser la situación más dolorosa que me había tocado vivir, a ser mirada como la mayor de las bendiciones, dándome la oportunidad de cuestionar toda mi vida y, de esa forma gradualmente, ir forjando en mí este doctor de mente y alma cuyo, único anhelo es poder ayudar, acompañar y facilitar a toda persona la posibilidad de vivir un poco más feliz el recorrido de esta vida.
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